Ciudad en Palabras – Parque Romero

Realizado por: Camila Del Vecchio, estudiante de Comunicación Social.

Hola a todos los oyentes de Unab Radio, soy Camila Del Vecchio y sean bienvenidos al recorrido sonoro del Parque Romero, que será renovado para el 2024, sin embargo, el paseo es sobre su estado actual. 

Ubicado en la calle 45, en el barrio García Rovira, el corazón de Bucaramanga. Al otro lado de la vía está el Cementerio Católico Arquidiocesano de Bucaramanga, la Cruz Roja, La Secretaría de Salud y el SENA. 

El entorno del parque es un mar de carros; de personas tristes, por su cercanía con el campo santo; y habitantes de calle. No obstante, sus alrededores son muy coloridos por las edificaciones de la zona, como el cementerio con su capilla de tiza; al lado izquierdo, la Secretaría Departamental de Salud de columnas y marcos con tonos amarillos; y por último, el SENA pintado de verde. 

La arquitectura del parque se aleja de la propuesta colorida, por falta de mantenimiento, ya que este está entregado al abandono. La manzana de este espacio es un obelisco   desteñido, amarillo, manchado por las huellas del tiempo; igual a sus habitantes de calle, desamparado, siendo más un estorbo que algo para admirar. 

Aunque este lugar vive en el olvido de la ciudad, para el teniente de bomberos, Edgar Ochoa, siempre estará vigente en su memoria. Ochoa bajaba por la calle 45, haciendo competencia con sus amigos, a comer o llevarse los mangos que daban los árboles del parque; los cuales, según él, eran muy ricos:

“El Parque Romero, pues antes, digamos que los mangos que producía eran muy buenos. De niño, se venía a pie; o colgado de los carros; pedía linches, que llamamos; o nos colábamos en los buses. Nos veníamos en patinetas de rodillos, nos veníamos en una zorra de cuatro llantas. Veníamos, comíamos mangos o nos llevábamos mangos y era de para abajo una competencia”.

Este lugar cuenta con cuatro áreas recreativas;  una selva para niños con un tobogán amarillo, columpios oxidados y una casa de madera podrida. Un  gimnasio, en el que ejercitan la lengua los señores y el fumar mariguana los jóvenes. La tercera zona es la cancha de básquet con pintura escarapelada, que sirve de acogida para los indigentes. El espacio más concurrido se encuentra en el extremo superior, este es el mercado de flores, que tiene un aroma propio del lugar y a agua estancada.

Este sitio empolvado fue inaugurado en 1895, como Parque García Rovira. Sin embargo, en 1910 se le hizo una reforma en la que cambiaron el nombre a El Parque Romero. Esto para rendir homenaje al padre Francisco Romero, quien ayudó al desarrollo del café y economía santandereana.