Realizado por: Juan Sebastián Riaño, estudiante de periodismo.
El uso del lenguaje inclusivo de género ha ido ganando terreno en los últimos años. Esta nueva forma de comunicación dentro del idioma busca evitar la discriminación y la exclusión de ciertos grupos de personas, utilizando términos y expresiones que incluyan a todos los géneros y orientaciones sexuales.
Según una encuesta de 2022, realizada a personas en un rango de 18 a 30 años de edad, por el portal La Silla Vacía, el 78% de los encuestados consideraba que el lenguaje inclusivo es importante y debe aplicarse activamente. Además, el 67% de los mismos cree que debería ser utilizado en la educación.
Sin embargo, este tipo de lenguaje también ha sido objeto de controversia. Algunos sectores consideran que su uso puede ser confuso y dificultar la comunicación. Esto, debido a que implica un cambio en la estructura gramatical y sintáctica del idioma, lo que puede ser considerado como una forma de desnaturalización del lenguaje o una imposición ideológica.
Paloma Bahamón, doctora en estudios sociales, sostiene que el lenguaje debe ser una herramienta para facilitar la inclusión y no considera que el argumento de la desnaturalización del idioma sea válido.
“A mí lo que me sorprende es que haya tanta gente que le parezca una barbaridad y un espanto de lenguaje inclusivo. Eso habla muy mal de nuestra democracia de lo precaria que es, de lo contradictoria. Esa defensa tan gazmoña del lenguaje del maltrato al lenguaje es ridícula; dónde vivimos en el lenguaje o en la democracia, qué es lo que tenemos que tener sano e incluyente, pues la democracia, entonces el lenguaje es una herramienta para facilitar esa inclusión y no al revés”.
Algunas universidades han incorporado el estudio del lenguaje inclusivo en sus programas de estudios. La Universidad Industrial de Santander (UIS), por ejemplo, ha creado un grupo de investigación en la materia para abordar este tema desde una perspectiva académica.
Jorge Hernández, académico especializado en hermenéutica, afirma que, si bien, el lenguaje inclusivo es positivo y necesario, el debate sobre su uso debe centrarse en si la aplicación de este modelo trasciende lo político y discursivo y logra cumplir con su propósito dentro del tejido social.
“Por una parte va el lenguaje como discurso y por otra parte va el lenguaje como posibilidades reales. Los gobiernos, las Iglesias, las fundaciones, las campañas hablan de un lenguaje inclusivo en el plano ideal; ¿Realmente hay acentuación de las posibilidades de realidad de las personas en esas condiciones en las que quieren articularse? ¿incluyendo a qué, meramente ideal en discursos o incluyendo realmente en tareas y disposiciones de participación y de construcción social? Esa es la cuestión, el gran debate es ese. El lenguaje de por sí mismo es muy positivo y muy necesario”.
Además, las instituciones públicas han adoptado el uso del lenguaje inclusivo. En este caso, el Ministerio de Educación ha promovido la inclusión de términos como “todas y todos” o “todes” en sus comunicados oficiales.