Empatía en tiempo de virus

Hace poco más de dos semanas se reveló el primer caso de coronavirus en Colombia, y hoy, se suman más de 100 infectados en el país. Un virus que se propaga silenciosamente durante los primeros días pone en alerta de emergencia a los cinco continentes del mundo. En Colombia apenas se están empezando a tomar medidas de precauciones como toques de queda, clases virtuales, teletrabajo y lavado de manos.

La Universidad Autónoma de Bucaramanga, como otras universidades, decidió cancelar las clases presenciales, con el fin de que estemos en aislamiento preventivo para evitar que se sigan infectando más personas. En el cupo universitario en que vivo se fueron casi todos mis compañeros de residencia, pues  decidieron retornar a sus pueblos natales. Solo me encuentro con Juan Pablo Contreras, quien está contando los días para hacer lo mismo que los otros, pues sus padres lo están esperando.

“Me dicen que me vaya para allá, porque estoy aquí solo, entonces como que me vaya a encerrar con ellos. Por ahora estoy acá, pero la verdad si estoy pensando en irme, porque ya me está pareciendo un poco aburridor”.

Doña Janneth Cárdenas, la casera del cupo, no tuvo problema con que todos quisieran irse. Por su parte, hace todo lo posible por tomar las medidas preventivas que se han dispuesto para la comunidad.

“Hay que lavarnos las manos. Cuando salgamos solamente para cosas extremas. No salir para encontrarnos con una amiga, con un amigo, para hablar. No salir de casa, por dios”.

Intenta mantener un aseo de manos constante, le exige a su hija lavarse las manos y le habla mucho a su mamá para que no salga de la casa. Incluso, para salir a hacer mercado toma más medidas.

 “Salgo a hacer mercado con guantes, con tapabocas. Los alimentos se lavan muy bien y los requeté-contra-lavo y me lavo las manos. Las bolsas las boto, las que traje de la calle, los guantes me los quito con mucha precaución”.

toma más medidas.

 “Salgo a hacer mercado con guantes, con tapabocas. Los alimentos se lavan muy bien y los requeté-contra-lavo y me lavo las manos. Las bolsas las boto, las que traje de la calle, los guantes me los quito con mucha precaución”.

Mi mamá prefiere que me quede en Bucaramanga, entiende la gravedad del asunto. Lastimosamente sus jefes del INVIMA no lo entienden. Prefieren que sus empleados sigan trabajando presencialmente para no perder tiempo. El problema es que no todos tienen los recursos para tener un carro particular en el cual transportarse, sin tener que estar en un mismo lugar con más personas. Gimena Rincón tiene que movilizarse todos los días en Transmilenio para llegar al trabajo.

 “Usar transporte público para mí ha sido difícil, porque siento que corro peligro. (RECORTAR) Llega un momento en que se sube cierto número de personas y pues uno no tiene nada más que hacer. De pronto tratar de cubrirse un poco, pero uno se siente inseguro en el transporte público. Los que sí he usado como medida de protección son guantes para no tener que tocar con mis manos los pasamanos. También llevo una bufanda para taparme la cara”.

Los tapabocas escasean, los pocos que se encuentran están al 400% más caro que el precio regular y no hay reservas en las droguerías. César Figueroa, administrador de uno de los puntos de La Rebaja, siente preocupación debido a que ya no llegan los suplementos necesarios para prevenirnos del virus.

“Debido a esta cuestión del coronavirus, pues la gente ha acudido mucho a las farmacias, como método de prevención y de precaución, ¿no? De 10 personas que llegan a la droguería, siete preguntan por tapabocas y no hay, los geles antisépticos también que están agotados, el alcohol y en dados casos la vitamina C”.

Tanto cómo él, su segundo hijo se siente preocupado por la situación. Al ritmo de la guitarra, César Figueroa hijo pasa con su gata los días de aislamiento preventivo estudiando su instrumento mientras acata las indicaciones para contener el virus.

“Siento que en cierto punto es grave, porque es una pandemia, pero como muchas otras enfermedades se han regado en el mundo, pues se puede superar”.

Tito Marwin Gil, uno de los compañeros de carrera de César, asimila la sobreexplotación del tema del coronavirus en los medios de comunicación como un problema que impide un tratamiento adecuado y calmado para contener el virus por parte de los ciudadanos.

“Que esté tan masificado toda esa información respecto a un solo tema en específico, hace que solo se hable de eso y que ya sea agobiante. Así la gente no se va a calmar, esto va a ser un caos, y no ni siquiera es por el mismo daño que causa la enfermedad, sino por el propio pánico que nos hemos metido nosotros”.

Una de las preocupaciones que más se ve por la situación, es que el 47% de colombianos tienen un trabajo informal, consiguen un sustento del trabajo diario. Son unos de los que se ven más afectados, se sienten en la necesidad de salir a trabajar sin garantías de cuidados. Si salen, se pueden infectar, si no salen, se quedan sin dinero para alimentos.

Por otro lado están los habitantes de calle. Para ellos, el aislamiento preventivo no es una opción. Sus casas son los parques, puentes o las zorras en las que llevan el reciclaje que cargan. ¿Qué harán ellos en los toques de queda? ¿La policía se los llevará a un CAI mientras pasa la medida? ¿Se lavarán las manos cada tres horas?

El aislamiento preventivo, las clases virtuales, el teletrabajo y el lavado de manos son un privilegio de clases. Sí, el coronavirus ya está en Colombia y todos debemos contribuir para que no se siga expandiendo, pero también debemos evocar la empatía y no abandonar a los que están en el eslabón más bajo de la economía.

Podcast realizado por Katherine Velandia, Unab Radio.