Informe especial: La moda de los 2000 y los TCA

Realizado por: María José Parra Cepeda y Laura Juliana Flórez Alba, estudiantes de Periodismo.

Este tipo de contenido relacionado con el peso y las rutinas alimentarias se pueden encontrar en Tiktok, red social para compartir videos cortos y en formato vertical. 

Las personas entre 19 y 29 años representan el 35% del total de usuarios de Tiktok. 

Normalmente, estos videos son dirigidos hacia  un público joven, especialmente, mujeres jóvenes, que admiran y buscan conseguir el cuerpo de los iconos mediáticos del momento. 

Los tips consisten en restringir alimentos y en formas para “engañar” al cuerpo y que no sienta hambre. 

Estos tiktoks pueden alcanzar alrededor de 50, 4 millones de vistas. Sin embargo, debido al aumento de creadores que comparten estos temas, la plataforma decidió restringir este contenido y direccionar a los usuarios que lo busquen a líneas de ayuda. 

Según una investigación de la Universidad Autónoma de Nayarit de México sobre la reconfiguración estética, el cuerpo ideal que le es presentado a la mujer es un modelo “descorporeizado”, deshumanizado y desexualizado, ya que es un cuerpo parecido más a un objeto por sus cualidades estéticas, donde la delgadez y las proporciones de la figura corporal, la asemeja a la muñeca “Barbie”.

Las medidas de Barbie se han estimado en 91 cm de pecho, 46 cm de cintura, 84 cm de caderas, su altura en estatura promedio es de 1,75 cm y su peso de 49 kilos. 

La moda es cíclica y todo lo que alguna vez fue tendencia volverá a serlo y esto incluye los cuerpos femeninos.

Los trastornos de la conducta alimentaria no son algo solo de la época de los 2000. Sin embargo, los cánones de belleza que se impusieron en ese entonces fueron un detonante para que muchas mujeres cayeran en ellos.

Cuando se habla de la estética prevalente en la época de los 2000, se piensa en pantalones de tiro bajo, tops con encajes y estampados, plataformas, minifaldas y maxi accesorios.

Los referentes de esta época incluyen a celebridades como Paris Hilton, Lindsay Lohan, Britney Spears y las gemelas Olsen, entre otras.

Si bien, estos años generan nostalgia para los que la vivieron tanto como para los que no. 

Para las jóvenes que pasaron sus años de formación en los 2000, este tiempo también es sinónimo de un escarnio público a sus cuerpos, de un ideal estético a costa de su integridad física y mental.

El tipo de cuerpo deseado, a diferencia de los 90 y el “heroin chic”, consiste en un abdomen plano, una fisonomía delgada pero a su vez atlética y un tono de piel bronceado. 

En un mundo post-pandémico el aire juvenil y despreocupado de la moda dosmilera es un reflejo de una necesidad estética ante un momento actual.

En Latinoamérica, una de las mayores representantes y referente de moda para millones de niñas y adolescentes en la época de los 2000 era Anahi, recordada por su papel de Mia Colucci en la telenovela mexicana Rebelde.

Desde el 2004 le dio vida a este personaje, y con su popularidad se elevó como un estándar de belleza para las jóvenes latinas.

No obstante, desde los 14 años, la joven artista convivía con un trastorno alimentario producto de las exigencias del mundo del espectáculo y del canon de belleza que no solo imponía, sino que se le imponía a ella misma.

Según una investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Militar 

Nueva Granada de Bogotá,Colombia han mostrado prevalencia de TCA que oscilan entre el 18,9% y 39,7%, siendo más frecuente la bulimia nerviosa que la anorexia nerviosa, entre mujeres adolescentes y adultos jóvenes en el país.

Los TCA o trastornos de la conducta alimentaria, son afecciones y problemas graves de salud mental. Implican cambios en cómo la persona ve y se relaciona con la comida. Puede terminar en problemas físicos como afecciones al corazón, daños renales e incluso la muerte.

No obstante, no se deben confundir los Trastornos Alimentarios con Trastornos Alimenticios, ya que los primeros tienen que ver con el pensamiento hacia la comida y la conducta alimentaria; mientras que los segundos con afecciones médicas. 

Chiara Pascazi, nutricionista, resalta la importancia de dejar a un lado la cultura de la dieta.

“Entonces se trata de hacer las pases con la comida, con nuestro cuerpo. No es buscar comer cierta cantidad de calorías y de macronutrientes, para vernos de cierta manera. Es soltar esa idea de que tenemos que vernos como se ven todas las influencers. Es velar realmente por nuestra salud, que es lo que importa, y así por fin salir de esto. Que disfrutes lo que comes, sin pensar que debes esperar hasta el fin de semana para comerte una hamburguesa”.

Entre los trastornos más comunes se encuentran:

 La anorexia nerviosa, que consiste en la restricción severa de los alimentos que se consumen.

La bulimia nerviosa, que se da cuando una persona tiene episodios de atracones, y luego se purga. Puede ser usando laxantes o realizando ejercicio en exceso antes de  comer, lo que la lleva a entrar en un círculo vicioso de atracones, restricción y de purga. 

La vigorexia, cuando una persona está enfocada y obsesionada con la ganancia de masa muscular. No tienen una imagen objetiva de su cuerpo y se ven más delgados de lo que son.

La ortorexia, que tiene como señales que las personas sean muy rígidas con su alimentación y obsesionadas con comer alimentos que se consideren limpios. Son muy quisquillosos con su dieta y se sienten culpables si salen de ella.

El trastorno de rumiación, que se asocia con la regurgitación repetida de los alimentos después de comer.

 Y el trastorno por evitación o restricción de la ingesta de ciertos alimentos.  Que se caracteriza por no alcanzar los requerimientos nutricionales diarios por falta de interés en alimentarse.

Según la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) las mujeres son más propensas, en un 90% de los casos, debido a la presión que la sociedad ejerce sobre su cuerpo. 


La sobrexposición a un ideal estético delgado, en las redes sociales o  medios de comunicación tradicionales, permite que las jóvenes se encuentren en continuo contacto con este prototipo de imagen corporal.

Las mujeres se ven presionadas a cambiar su apariencia con tal de cumplir con unos cánones de belleza arbitrarios, fruto de consensos sociales. 

De acuerdo con la socióloga Esther Pineda, “Bellas para morir: estereotipos de género y violencia estética contra la mujer”. Esta violencia contra la mujer se fundamenta en cuatro factores: el sexismo, el racismo, la gerontofobia y la gordofobia. 

Es sexista porque la belleza define la condición de feminidad. 

Es gerontofobico porque rechaza la vejez y exige a la mujer mantenerse eternamente joven.

Es racista porque se encuentra construido desde una perspectiva occidental donde prima un prototipo de belleza caucásico.

Y es gordofobico porque no contempla la existencia de cuerpos no normativos.


La falta de diversidad e inclusión no es  un punto de crítica nuevo para el mundo de la moda.

Sin embargo, se han empezado a ver cambios dentro de la industria.

Según el informe anual de Tag Walk, buscador virtual de moda, en 2021 se presentaron 69 colecciones con modelos ‘curvy’, un 30% más que el año anterior. 

Casas de moda como Balenciaga, Celine y Louis Vuitton, apostaron por líneas de ropa genderless o sin género.

Aun así, las presiones de antaño sobre el cuerpo y parámetros por cumplir siguen presentes en labores adyacentes a la moda como el modelaje. 

Ashley Dayane Remolina Vecino, modelo de pasarela, explica sobre los arduos criterios que debe cumplir para mantener su carrera. 

“A nosotras las modelos nos exigen ciertos requisitos como la estatura, medir más de 1.75, si somos modelos de pasarela, ser delgadas y estar tonificadas. Debemos llevar cierta alimentación para mantener nuestro cuerpo, ya que al ser modelos de pasarela, cuando estemos desfilando, puede que se nos note la flacidez de las piernas, del abdomen. Por eso nos exigen estar tonificadas”.

Es muy importante tener en cuenta señales que indiquen que una persona puede estar sufriendo de un TCA. Restricciones, obsesión con la ingesta de comida o saltar las mismas. Pueden ser alarmas que deben ser tenidas en cuenta.

Adriana Carolina Campos Loaiza, psicóloga, advierte el deterioro mental y físico que ocurre debido a un TCA.

“La parte sociocultural tiene gran responsabilidad en el desarrollo y aparición de los TCA porque le modelo de belleza imperante es justamente el cuerpo delgado. Nosotras como mujeres estamos expuestas 24/7 a que todo lo que es belleza son cuerpos delgados, sin imperfecciones. Lo que se nos ha vendido históricamente a nosotras”. 

La familia puede ser o factor de riesgo o factor protector para una persona que esté sufriendo o se encuentre en recuperación por una TCA.

Como el primero, al ser una red de apoyo, deben estar al tanto de cualquier cambio comportamental que tenga la persona que pueda estar vinculado con la ingesta de alimentos.

Sin embargo, se debe evitar un sobre control, ya que este lleva a que la persona se sienta vigilada y busque otras maneras de restringir y controlar su peso.

Catalina Fernández Gómez, quien se encuentra en proceso de recuperación por un TCA, expresa como comentarios pueden resultar en detonantes.

“Me vi con unos familiares por videollamada y empezaron a decir: “como estas de cachetona”, “¿Por qué estás comiendo tanto?”. Entonces dije okay, voy a empezar a hacer dieta, es lo mejor que puedo hacer en este momento. Voy a empezar a hacer ejercicio porque me voy a poner en forma. Ese sentimiento de culpa no me dejaba procesar y seguir viviendo tranquila”.

En un tratamiento para una TCA se deben tener en cuenta 5  estrategias fundamentales:

Orientación Educativa, que consiste en la información que se brinda al paciente, ayuda diagnóstica, evolución y pronóstico de la enfermedad, consejos nutricionales y contrarrestar la presión social.

Modificación Conductual, dirigida a factores precipitantes, estrategias incompatibles, patrones alimentarios, metas y sistemas de refuerzo.

Modificación Cognitiva, centrada en el pensamiento pasivo, pensamientos distorsionados, pensamientos irracionales, distorsiones perceptivas y miedos.

Adquisición de estrategias y habilidades de afrontamiento, con las que se busca corregir las respuestas a la relación del paciente con la comida, modificando rituales, recuperando relaciones sociales y afrontando los problemas cotidianos derivados del TCA.

Prevención de recaídas, determinando las situaciones de riesgo y estableciendo un programa de exposiciones controladas.

“Empezar a lidiar con comprar ropa, ropa de mi talla. Subí de peso en ese proceso de enseñarle a mi cerebro que no había comida buena o mala, que podía comer cuando quisiera y que no pasaba absolutamente nada. Tengo mis recaídas, este es un proceso lento, recuperarse, pero es posible. Mucha gente dice que no es posible, pero si es posible”.

El problema no está en vestir con este tipo de estética, sino en normalizar la restricción y con ello las conductas alimentarias de riesgo, donde las mujeres terminan por elegir hacer dietas extremas, llevándolas a poner en riesgo su salud.