Creadores de arte en la piel

Por María Paula Martínez Ospina
mmartinez482@unab.edu.co
Estudiante de Psicología

Los protagonistas de esta historia son María José Ospina, conocida como Majozart, y David Madero. Dos jóvenes artistas de la ciudad de Bucaramanga que encontraron su camino de la vida en los tatuajes. Para las generaciones pasadas, los tatuajes son un mensaje del diablo o una insignia de los carcelarios. Sin embargo, en el mundo en que vivimos actualmente la percepción de los tatuajes ha cambiado y ahora tienen el reconocimiento que se merecen como obras de arte permanentes. A pesar de ello, como toda profesión tiene sus altos y bajos, inicios rocosos, pero con desarrollos felices. A continuación, la historia de estas dos grandes personas. 

David realizando un blackout. / FOTO MARÍA P. MARTÍNEZ O.

Majozart nació en el 99, fue una bebé sorpresa de una familia tradicional en la que sus hermanos mayores ya estaban en la universidad. Cuenta que fue una niña que nunca le gustó estudiar y que gracias a la influencia de su hermana Nancy, maestra en bellas artes, siempre tuvo un amor por la pintura, el dibujo y los diseños. Cuando tenía 16 años emprendió un viaje a Argentina para estudiar la carrera de efectos especiales, lo que no sabía era que una máquina de tatuaje se le cruzaría por el camino. Como una buena principiante en este mundo, comenzó probando en texturas como el banano, naranjas y pieles sintéticas hasta que comenzó con ella misma.

Los años fueron pasando y aunque se enfocó en su carrera siempre sintió que lo de ella iba más allá. En el 2019 regresa a Colombia y no fue hasta el 2020 que decide retomar lo que había dejado en argentina y que tanto le apasionaba: tatuar. Durante la pandemia decidió practicar y practicar hasta que se sintió lista para tatuar a otros considerándose una aprendiz. El tiempo fue pasando y fue mejorando sus técnicas, convirtió uno de los cuartos de su casa en su pequeño estudio, encontró su estilo y entró en una convención como aprendiz y de ahí comenzó su historia.

En cuanto a David, es más reservado para contar su historia. Esta comienza desde que estaba en el colegio, al no tener los recursos necesarios se las apañaba con elementos de ferretería y de conocidos para hacer su propia máquina. Se volvió muy amigo de su tatuador Miguel, este tuvo la amabilidad y paciencia de enseñarle lo básico para comenzar a tatuar.

En búsqueda de nuevas oportunidades llegó a las manos de uno de los tatuadores vieja escuela de la ciudad, que, así como su experiencia en este campo era su manera de enseñar. Con máquinas de las antiguas y diseños góticos iría escalando para plasmar su arte en los demás. En 2020 entró a un estudio compuesto por varios jóvenes extremadamente talentosos, donde fue “cogiendo más cancha” y mas reconocimiento por parte las personas.

En el siguiente año compitió en una convención en la categoría de blackwork en el que quedó de segundo puesto entre artistas nacionales e internacionales. Por obra del destino, en ese mismo lugar y gracias a sus amigos del estudio, conoció a Majoz y sin pensarlo se volvieron una parte fundamental el uno del otro para exprimir lo mejor de sí mismos y así progresar juntos.  Luego en el 2022 fue jurado en la convención de tatuajes de los 400 años de la ciudad, pues ya consideraban que su arte ya era tan profesional que no valía la pena que fuera un concursante. 

Ambos artistas se caracterizan por trabajar una técnica llamada blackwork la cual se basa en realizar obras en las que solo se utiliza el negro y la composición va tomando forma mediante las líneas, rellenos, sombras “arrastre” y diferentes técnicas como el puntillismo. Es un estilo gótico, oscuro, con inclinaciones al terror pero que a pesar de ello se pueden realizar muchas composiciones de distintos estilos.

Para realizar estos tatuajes, se requiere de todo un proceso el cual se compone con el cliente interesado y el tatuador. La persona debe tener un concepto y tamaño de lo que desea, y es allí donde Majoz o David van haciendo arte con su IPad y un esténcil sobre la piel. A medida que se va realizando el tatuaje, ellos van complementando de acuerdo con su estilo y lo pactado con la persona para llegar al resultado perfecto. De los diseños que se están utilizando últimamente es uno llamado blackout donde el cliente decide rellenarse todo el brazo de tinta negra, para que esto sea posible, se utilizan cartuchos que tienen 49 agujas. En algunas ocasiones se hacen estilos a freehand, donde el tatuador realiza el boceto directamente en la piel de la persona y de ahí se comienza a trabajar.

Majoz a su vez encontró su estilo con los neotribales, son una serie de diseños que vienen de los tribales tradicionales de las tribus indígenas. Estos consisten en crear una marca personal uniendo distintos tipos de líneas y diseños. Estuvo muy de moda por los años 2000 pero esta nueva forma de realizarlos se hace con una técnica más estética y delicada y tiene versatilidad en sus diseños.

Esta pareja de tatuadores se ha vuelto tan reconocida y su trabajo tan adorado, que ya sus trabajos no solo quedan en Bucaramanga. Estos viajan constantemente a Bogotá, México y Medellín, son ciudades en las que sus visitas quedan cortas para todas las personas que desean un tatuaje realizado por estos grandes artistas. En su misma ciudad, los días de cada mes no alcanzan para la demanda de personas y diseños que hay por tatuar. Actualmente trabajan en un estudio llamado Santuario ubicado en Sotomayor, donde trabajan con otro tatuador increíblemente talentoso llamado Andrés y juntos han hecho de ese espacio un lugar tan agradable en el que muchos de los clientes no lo ven solo como un lugar para tatuarse. Es un trabajo que no es tan sencillo como muchos podrían creer, puesto a que ellos son los únicos responsables de su historia y la manera en la que ellos de desarrollan en este mundo lleno de estigmas y de antiguas costumbres. El ser tatuador va más allá de solo clavar agujas con tinta en la piel. Se trata también de lidiar con clientes tediosos, meses en los que puede que una racha no sea la mejor, no siempre un sueldo fijo, dolores de espalda y manos, pero lo que sí hay entre todos estos artistas es una pasión colectiva. Una pasión en la que los une el arte y la idea de plasmar sus diseños e ideas de manera permanente en muchas personas. Definitivamente, un trabajo digno de admirar.