El amor cruza fronteras

Por: Daniela Archila, estudiante de Periodismo.

La vida es de cambios y adaptaciones, dejar todo y empezar de cero, con una única meta, ser feliz. “Me presento yo me llamo Marcela González, nací en la ciudad de San Luis Potosí, México, una ciudad al centro norte de México en 1986”. San Luis Potosí, es una ciudad de tamaño promedio, aproximadamente de unos 900 mil habitantes  comparado con Bucaramanga que tiene aproximadamente 600 mil.

Marcela González fue criada en una familia tradicional, conformada por mamá, papá, dos hermanos mayores y una hermana menor. Una infancia y una adolescencia muy tranquila, siendo la típica chica que estudiaba mucho, hacía su mayor esfuerzo y con muy buenas oportunidades. “Mis papas siempre se preocuparon por influenciarnos, darnos los mejores valores, los mejores ejemplos y creo que eso es vital siempre en una familia para que tengas una proyección positiva de la vida”.

A sus 17 años entró a estudiar medicina en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la carrera de medicina está compuesta en total de 7 años, 5 años de carrera, más un año de internado y un año de servicio social. “Después de ese tiempo me fui a la Ciudad de México a estudiar la especialización de anestesiología, que dura tres años y posteriormente hice una subespecialización en anestesiología pediátrica, que en total de carrera son 12 años para poder ejercer la profesión de médico anestesiólogo pediatra”.

Durante ese tiempo que vivió en Ciudad de México conoció a Fernando quien es su esposo, un Colombiano nacido en Villavicencio, Meta. “Después de 3 años de noviazgo nos casamos y luego nos vinimos a vivir a Colombia”. Para ese tiempo ella ya tenía convalidado sus títulos de medicina y anestesiología, un trámite que puede durar entre aproximadamente doce a dieciocho meses. “Actualmente los plazos son mayores y  entonces cuando llegué a Colombia ya tenía todos mis documentos listos para comenzar a trabajar”.

Había visitado Colombia dos o tres veces antes de irse a vivir allá, y desde su primera visita quedó encantada con el país, no solo por sus paisajes sino por sus productos y gente. “Me encanta el café, siempre me ha encantado y para mí es el paraíso del café, el clima, el clima también se me hace que siempre es buen clima, la gente, la gente se me hace que es muy cálida, son muy alegres, son muy perseverantes, son muy hospitalarios y eso de Colombia siempre hay que recalcarlo”.

Desde que conoció Colombia siempre ha pensado que tiene muchas similitudes a México, los cantantes, la cumbia, las costumbres, siendo estos rasgos una ayuda para que a un mexicano no se le haga muy complicado adaptarse. “O sea, a grandes rasgos no es que sea muy contrastante la cultura, somos países muy muy similares en muchos aspectos, la música, las rancheras, las películas, el mariachi, en general como te digo los colombianos aman mucho la cultura mexicana, entonces hacen que uno se siente también como querido”.

Cuando se llega a otro país, siempre se tiene en mente el costo de vida, algo que le llamó mucho la atención. “Colombia es un país más caro que México, en tu cabecita siempre estás haciendo la conversión pesos colombianos, pesos mexicanos y terminas dándote cuenta que en general, sí el costo de vida es más caro en Colombia”.

Adicional al cambio monetario, experimentó una fase de adaptación que duró entre un año, año y medio. “Al inicio sí, sí me costó adaptarme porque aunque somos muy similares como te decía, también hay cosas que son muy diferentes, como las expresiones. En el aspecto técnico laboral en medicina casi siempre se habla el mismo lenguaje, pero en ciertas cuestiones así muy puntuales de objetos o cosas así del vivir diario, cambian las palabras, en lo que estás aprendiendo cómo el contexto y las nuevas palabras si se hace un poquito complicado”.

Esto lo vio reflejado en varias frases que se suelen usar como medio de expresión. “Por ejemplo: palabras como  mamera, vaina, parche, berraco, maluco, enguayabado, guaro, o sea son palabras que uno ni en su cabeza tiene la menor idea de lo que significan y a veces metes la pata diciendo frases donde no van y a veces entendiendo cosas que no son lo que te quieren decir jaja entonces también al principio eso es un poco complicado”.

Para Marcela vivir en otro país en el cual no se nació, tiene muchas perspectivas, primero, la familia, hay  que hacerse a la idea de que aunque siempre estén ahí van a estar lejos, pues no es lo mismo que decir: voy a ver a mi papá o a mi mamá y segundo tener claridad de que prácticamente se está solo, es como volver a empezar una vida desde cero. “Afortunadamente conforme va pasando el tiempo vas conociendo más personas y muchas veces vas conociendo a otros mexicanos que están en tu misma situación y eso te da como un grupo primario de apoyo como para tener una apoyo psicológico jaja, en esos momentos en los que te estás acostumbrando a vivir en un nuevo país”.

A medida que pasa el tiempo,  el ser humano se va adaptando al entorno en el que se encuentra, esto lo ha notado en su acento y su forma de comunicarse. “Mi acento ha cambiado, el acento mexicano es  diferente, las expresiones son diferentes y eso es con base a que cuando te tratas de comunicar acá en general con alguien si no te escuchan un acento mas de acá, lo primero que hacen es no te ponen atención y más que todo están tratando de adivinar de dónde es tu acento,  entonces  es un poco desesperante después de cierto tiempo, que tratas de comunicarte y como que nadie te para bolas, de la forma en que te quieres expresar, entonces también eso es algo que te adaptas, la palabra y el acento también te ayuda como para ese proceso”.

La independencia que fue adquiriendo con el paso de los años le permitió salir de su país de manera más tranquila. “Mi desapego de la familia fue algo progresivo desde que me fui de mi casa, cuando salí de medicina pues ya vivía en otra ciudad, ya vivía sola, entonces como que ese desapego fue progresivo, cuando ya decido venirme a Colombia, pues ya tenía casi 6-7 años de no vivir en casa entonces para mi familia aunque no fue la idea más emocionante como el sentir que su hija se iba, su hermana se iba a otro país, pues fue algo progresivo”.

Al principio es normal extrañar el lugar que ha sido hogar durante muchos años, pues para cada individuo ese es su espacio seguro. “Bueno al inicio cuando llegué si iba a México como más seguido, procuraba ir una o dos veces al año. Actualmente por temas de pandemia eso es más complicado, entonces ya tengo casi año y medio, dos años que no he ido, además pues en las vacaciones, pues vas por períodos breves pero también aprovechas para ir a otros sitios”.

Después se logra entender que el hogar ya es donde se encuentran esos seres queridos con quienes se decide formar una familia. “Yo aquí ya después de tres años ya tengo, ya eché raíces, tengo mi familia, mi esposo, mi hija”.

Esto permite ver la realidad que se está viviendo de otra manera. “Estás en México, extrañas cosas de Colombia entonces creas como una dualidad cultural que eso ya está descrito y que forman ya parte del ecosistema de ambos sitios y lo más extraño es que tu te sientes parte de los dos sitios pero en realidad no eres parte de uno ni del otro”.

Olvidar la esencia y las raíces de donde se nació no es posible, Marcela González recalca varios tips para esos mexicanos que se quieren venir a vivir a Colombia. “Qué es lo que te está motivando para irte de tu país, saber de antemano que vas a pasar por una adaptación cultural, un choque cultural y que eso está compuesto por varias etapas, incluso unas etapas de duelo migratorio que dependiendo de tu forma de ser, pues vas a poder avanzar y lidiar con todo”.

Vivir el presente es lo importante, tener en cuenta que el lugar lo hace cada persona y no el lugar hace al ser, pues cuando se tienen las metas trazadas, los cambios son más fáciles de llevar a cabo. “Yo no me arrepiento, soy una persona muy feliz, me considero una persona muy dichosa de haber llegado a este país que desde el ingreso, desde el inicio me ha tratado con los brazos abiertos y que día a día me esmero por tratar de hacer un mejor país y yo también ser una mejor persona, que ahora tiene doble responsabilidad y me considero parte de dos naciones muy hermosas, muy llenas de cultura, tradiciones y riquezas”.