Por Mayreth Jimena Joya Luna
mjoya730@unab.edu.co
Estudiante de Gastronomía y alta cocina
Torta, ponqué, bizcocho, tantos nombres por los cuales llamarlo, pero, se resume en el caos del pastelero.
Es así como en día común y corriente entre pedidos, sabores, colores y elementos por destacar en cada torta, se mueve el pastelero profesional. Revisa pedidos, realiza el mise and place, y se dispone a empezar su ajetreado día.
En cada una de las profesiones y oficios se tiene un compañero fiel en cada batalla, en este caso, el horno y unas cuantas batidoras, sin ellos ¿Qué sería del pastelero?
En cuanto a estos dos… son los principales componentes de los cuales depende el ejercicio; una buena batidora y técnica aplicada en velocidad y tiempo se refleja en buenos batidos, con buena textura y muy seguramente en una torta lo suficiente esponjosa, para encantar al comensal.
Igualmente, el horno, deberá comportase caliente y persistente para lograr que ese batido aireado que se obtuvo en el paso anterior resulte siéndolo al final, cuando ya esté terminado.
Moldes, benditos moldes, de media libra, o de libra completa; redondo o cuadrado, alto o bajito; complacer el antojo del comensal resulta catastrófico en algunos casos, y aunque los consejos del pastelero sean los más sinceros, en fin y al cabo, el cliente gana. Sí, así tal cual como el adagio popular “sus deseos son órdenes” y ni hablar del “corre corre” que generan algunos pedidos, los cuales necesitan alguna torta de urgencia, con especificaciones personalizadas, decorada de una manera concreta, o en su defecto, sin decoración.
Torta recién salida del horno sabor a vainilla. /FOTO MAYRETH J. JOYA L. 
Moldes para tortas. /FOTO MAYRETH J. JOYA L. 
Torta de vainilla decorada con crema de café y salsa de chocolate. /FOTO MAYRETH J. JOYA L. 
Trilogía de batidos pesados de chocolate. /FOTO MAYRETH J. JOYA L. 
Chocolate puro, torta con ganache de chocolate. /FOTO MAYRETH J. JOYA L.
Se resume en una constante lucha de realizar las cosas bien hechas y satisfacer al comensal, que en resumidas cuentas son quienes le dan vida y valor al trabajo del pastelero y de cualquier otra profesión. Por último, y no menos importante, el pastelero es un ser creativo, que se la juega cada vez más por crear la mezcla de sabores, texturas y colores perfectas para que cada cliente quede satisfecho y su experiencia en cada bocado sea la mejor.